Hace unos meses creí que estaba perfecto, generando todo lo que quería, pero luego de realizar mi taller de liderazgo, pude comprender que mi visión de vida no era la soñada, todo lo contrario, construía cosas en mi mente que con el tiempo se derrumbaban, me di cuenta de que no estaba haciendo lo necesario para estar 100% feliz. Me estafaba a diario y solo me fijaba en mi apariencia y no en lo que tenía adentro, algo más valioso que no tiene precio. Mi corazón. Cuando me detuve un momento y vi como transcurría mi vida, me golpeé el pecho y pude darme cuenta que algo cada vez latía más fuerte, durante 35 años tuve algo que jamás había usado. Emociones.
A fines del año pasado, me acerqué a la Fundación Corriente Cálida Humanística y comencé a compartir experiencias con personas muy diferentes a mí, personas que antes, quizá no hubiese mirado, ni un segundo de mi atención hubieran tenido. A las cuáles hoy les agradezco que hayan estado en mi vida. Ellos son los chiquitos del Hogar María Virgen Madre, de Hurlinghan. A través de la Fundación Corriente Cálida Humanística tuve la posibilidad de realizar tareas comunitarias en el Hogar y conocer a chicos con un corazón enorme, dispuestos a dar hasta lo que no tienen. Pasé unos meses hermosos, siendo quien quise ser toda mi vida, colaborando con el Hogar y regalando abrazos y sonrisas. Ese fue el puntapié inicial para embarcarme en algo más grande, algo que jamás imaginé que me pudiera suceder, algo que no se pide, la Cruzada 2010 al Chaco Impenetrable organizada por Cristina Sanchez, una mujer con una visión de vida, increíble. Un ejemplo para la sociedad en la que vivimos.
Cuando Cristina me solicitó para que sea colaborador de su Cruzada, no lo podía creer, fue una noticia maravillosa y ahí comencé a poner manos a la obra. Había mucho por hacer, tanto que no sabía por donde empezar. Pero Cristina me dijo, Claudio que esto no te atormente, tenés que empezar por el principio. Y así lo hice.
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